TAN LEJOS Y TAN CERCA
Dice un refran que debes tener cuidado con lo que sueñas y deseas porque puede convertirse en realidad. Sí, a veces nos imaginamos cosa que nos parecen deseables y perfectas, situaciones ideales donde todo se muestra decorado y adornado como en una película de Hollywood. No falta la luna llena y la pareja de enamorados, o el atardecer con el sol rojizo llenando el agua de mar de un rojo fuego. Lo pensamos con música de fondo, con violines. Nos vemos a nosotros mismos avrazados por nuestro amor platónico, quien nos susurra al oído palabras dulcísimas que hablan del amor eterno e incondicional. Lo que ignoramos es qué sucedería si realmente tuviésemos con esa persona en la playa, o dondequiera que la vida quisiera ubicar nuestra propia película. ¿Qué haríamos? ¿Realmente nos casaríamos con ella? ¿Entraríamos a la cabaña para cambiarnos las ropas húmedas, después de haber caído al lago? ¿Dejaríamos nuestro país y a nuestros seres amados por vivir con él o con ella en una isla desierta? Cuando nos preguntaran, en la vida real, si aceptamos a esta persona ideal, solada, para toda la vida, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe ¿Que diríamos? Tal vez las cosas serían diferentes, como cuando uno hace amenazas que no cumple, como cuando uno afirma que si se encontrara con ese matón lo enfrentaría valientemente y le diría cuatro verdades en la cara. Pero cuando escuchamos su voz en nuestra espalda, giramos el cuerpo y lo tenemos allí, enfrente, listo para escuchar nuestras verdades, entonces, algo dentro de nosotros imita el cacareo de una gallina y nuestras piernas tiemblan ligeramente y la garganta se seca. Las palabras salen con dificultad de nuestra boca y lo que decimos no se parece ni remotamente a lo que habíamos anunciado. La realidad no es lo mismo que los sueños, aunque gran parte de lo que se vuelve real haya sido primero un sueño.
Esto le sucedió a Antonia. Esto le sucedió a Fernando.
Tenían permiso de ir a la finca de Laura. Estaría allí el fín de semana con unos amigos del colegio y la familia de ella. los dos enamorados decidieron irse por su cuenta. Tomaron un autobús que se fue llenando y llenando por el camino, hasta parecer un racimo de uvas con cuatro ruedas, que ascendía lentamente las montañas para precipitarse luego hacia la tierra caliente. Hablaron y hablaron como loros, sus propios recuerdos, de sus propios sueños, de sus propias dudas. Antonia recostó la cabeza en el hombro de Fernando. Él se sintió un hombre poderoso que protegía a su mujer, mientras ésta se dejaba llevar al abismo del sueño. Él vigilaría atento. Se fijaría en los pasajeros y en el paisaje, estaría pendiente de la ruta. Media hora después, cuando el sol ya era intenso y el sudor empapaba sus coloridas camisetas, Fernando dijo:
- Nos bajamos aquí
- ¿Que?
- ¿No quieres quedarte a dormir conmigo, por primera vez?
- ¿Hablas en serio?
- ¿No habías dicho que soñabas con el día en que estuviéramos solos y no tuviéramos que despedirnos por la noche, con el día en que pudieras amanecer abrazada a mí, con los ojos cerrados?
- si
. Pues es el momento ¿Qué decides?
- ¿Tiene que ser así. de repente, en este pueblo?
- ¿Que decides?
- ¿Tú me quieres?
- Más de lo que puedo decir con las palabras
- Yo también
- ¿Que decides?
- Sí.
- ¿Si qué?
- Sí. Me quedo hoy contigo, Fernando Fernandéz Acepto.
- Vale. No perdamos más tiempo. Toma tu mochila.
El autobús se alejó dejando atrás una nube de polvo. Antonia y Fernando caminaron hasta el centro del pueblo. Tomaron refrescos helados y hablaron nerviosamente hasta que cayó la tarde vieron, luego, la llegada de la noche y caminaron alrededor de la plaza mirando la luna y sintiendo que el día se había pasado a toda velocidad. A las ocho de la noche Fernando se detuvo en la puerta de una pensión de muy dudoso aspecto. Entró y se registro. y fingió la voz más gruesa posible, Llamó luego a Antonia con toda la naturalidad y los dos cruzaron el pasillo, observados por los ojos indiferentes de una mujer gorda que veía una telenovela proyectada en la pantalla de un viejo televisor. La habitación era horrible. Hacía calor y olía a humedad. Entonces se abrazaron. Ambos esperaban que el otro pensara que el abrazo estaba cargado de pasión, pero, en realidad, los dos tenían miedo y desilusión. Tenían ansiedad, dudas, temblor. Se besaron, se tendieron en la cama en silencio. De repente, Antonia descubrió que estaba llorando
-¿Que te pasa?
- Nada. Fernando, deben ser los nervios, sé que esta noche voy a estar contigo y lo haré. Te lo prometí
-Tú no tienes que hacer nada
- Lo decidí.
- No voy a estar con una niña que llora y tiembla mientras la beso y acaricio.
- Discúlpame.
- No hay nada que disculpar. Te adoro y siento lo mismo que tú. Estoy muerto de miedo. El lugar es horrible. No no me sietno bien, siento que nos estamos apresurando....
que...
- ¿Tampoco estás seguro?
- Sólo estoy seguro de que te quiero. Quiero estar contigo, pero en paz. El día que sea, cuando sea, cuando los dos estemos seguros, sin prisa, pensando lo que hacemos, no como una escapada, una aventura.
- ¿Me abrazas?
- ¿Más?
- Sí, quiero que me abraces fuerte, hasta que me duelan las costillas
Actividad
1. Narra, brevemente, una situación de tu vida en la cual la realidad haya sido muy diferente a lo que habías soñado
2. Describe tu sueño romántico preferido
3. ¿Qué diferencias encuentras entre "Sexo" y "Sexualidad"?
4. ¿Cómo definirías lo que está sintiendo Fernando y Antonia?
5. Organiza un debate para discutir, en qué momento debe empezar la vida sexual.
¿Hay una edad ideal? ¿Se debe esperar al matrimonio? Aparte de la madurez fisica, !Se necesita madurez emocional? ¿Por qué?
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