Tema: El tiempo no regresa
Antonia estaba alegre. Su relación con
Fernando estaba pasando por ese momento maravilloso en el que todo son sonrisas
y bromas, palabras dulces y tiernos apodos. Ese momento en el que volvemos a
hablar como niños y la palabra mas dulce para nuestro oído es el nombre del ser
amado.
Se
levanto temprano, se duchó lentamente, dejando que el agua recorriera su cuerpo
durante minutos y minutos, en los cuales se imagino que estaba en una blanca
playa del caribe con ese mar de varios tonos de azul que hace que uno crea que
el agua es parte de una película… porque es tan asombrosamente azul, tan
variadamente azul… tan alucinantemente azul que nos cuesta trabajo creerlo.
Estaba en esa playa imaginaria cuando sonó el teléfono. Lo escucho con nitidez,
muy claramente, porque entre sus extrañas costumbres estaba la muy femenina de
meter el auricular dentro del baño. Los teléfonos inalámbricos habían sido, en
opinión de Antonia, uno de los máximos avances de la humanidad. Un brazo
chorreando agua imaginaria del caribe alcanzo el aparato.
- Aló… ¿hola?
- ¿Antonia?
- Sí. Con
ella.
- Soy yo.
- Yo
también soy yo, que coincidencia -bromeó Antonia.
- Tengo
que hablar contigo.
- ¿Laura?
-
Antonia… estoy mal.
- No te
reconocí. Suenas rara, como con gripa… o bronquitis… ¿Qué te pasa?
- Lo
peor.
- ¿Qué?
- No
puedo hablar… me estoy ahogando. ¿podemos vernos hoy?
- Hoy es
sábado, ¿recuerdas? Salgo en diez minutos para la liga de patinaje. Pero, ¿qué
sucede? Te noto muy triste.
- Quiero
hablar contigo… tengo un dolor horrible…
- ¿Te
paso algo? ¿Estás enferma?
- Peor
que eso.
- Me
asustas… ¿Dónde estás?
- En el
infierno.
- ¿Qué?
- Así me
siento, de verdad.
- En serio,
¿en dónde andas? ¿Estás en tu casa?
- Sí.
-Espérame…voy
para allá. No te muevas.
- ¿Y tú
patinaje?
- Tendría
que patinarme el cerebro si prefiero irme a la liga en vez de ayudarte. No
pensé que la cosa fuera tan grave, pero por lo que oigo…
-
Gracias. Te espero. No te demores.
- Vale.
Quédate ahí. No te muevas, que llego en unos veinte minutos.
Antonia
se vistió como una autómata. No sabia que ropa elegia. Se sentía en la luna,
como flotando. Su amiga Laura era una de las personas más alegres que había
conocido y esta llamada la había dejado totalmente desconcertada. Estaba
llorando. Su voz se había cortado porque estaba llorando y ella nunca había
visto llorar a Laura. Había algo mas que tristeza en la voz de su amiga. Había
algo roto. Como un cristal del tamaño de un edificio que se hubiera desmoronado
de repente o, mas bien, como un diamante duro y violento que hubiera recibido
un impacto tan violento que se hubiera agrietado, sin cambiar de forma pero
perdiendo todo su brillo. Era como un cuerpo sin alma… no sabia por que pero la
imagen que le llegaba a su mente era la de un zombie, uno de esos muertos
vivientes de los que tanto se habla en Haití y en las películas de Hollywood.
Antonia
espero frente a la puerta de la casa de su amiga hasta que ella la abrió.
Estaba vestida con una camiseta larga y vieja. Tenia los ojos como dos brasas
rojísimas y llevaba el pelo atado en una cola de caballo lacia y triste. La
cara era blanca como la de un muñeco de cera. Subieron en silencio hasta la
habitación de Laura. Antonia se sentó en la cama y, con las piernas muy juntas
y las manos apretadas, hizo un gesto que quería decir: “Cuéntamelo todo, te
escucho”.
Laura la
miro largamente como queriendo recordar de su amiga antes de saber lo que tenia
que contarle, como queriendo retener esa imagen por mucho tiempo, y luego lanzo
una andanada de palabras que parecían una ráfaga de metralleta.
Las
palabras dolieron como si fueran balas. Laura conto que había estado
embarazada, si, que había estado, porque ella y su novio habían decidido abortar.
Ahora llevaba tres días miserables, llorando, sintiéndose una persona
asquerosa, un monstro, odiando a su novio, a ella misma y a la vida por ponerla
en esa situación. Le saba vergüenza contarle esto a Antonia, pero si no lo
hacia se iba a enloquecer.
- ¿Por
qué me elegiste a mí? -pregunto Antonia, cuando pudo superar un poco el
asombro.
- Porque
eres la mejor persona del mundo y se que no vas a contárselo a nadie.
- No creo
que sea la mejor persona del mundo, pero lo que si se es que te quiero mucho y lamento
lo que paso, casi como si me hubiera sucedido a mí. No voy a hacerte sentir
peor, ni quiero darte un sermón-dijo Antonia con firmeza-, pero lo que hiciste
es grave y muy pero muy triste. Es doloroso y no se puede solucionar de ninguna
forma. Lo hecho, hecho esta y el tiempo no regresa, no tienes una segunda
oportunidad para corregir lo que hiciste. No me das asco no nada parecido. Solo
siento tristeza infinita y cariño hacia ti.
Antonia
se acerco a Laura y tomándola de las manos, continuo:
-Desearía
que esto nunca hubiera pasado, desearía que hubieran actuado con mas
responsabilidad, tu y tu novio, pero ahora solo puedes aceptar tu error, hablar
con tus padres y pedir ayuda de todos los que estén capacitados para dártela.
Yo no soy nadie para aconsejarte, pero estaré todo el tiempo que sea necesario
al lado tuyo. Lo siento, pero ahora vas a tener que verme llorar, no aguanto más.
Las dos
amigas se abrazaron fuertemente y lloraron en silencio, mojando la una la cara
de la otra. Era uno de esos días en los que la tristeza nos invade el cuerpo y
llena el aire de amargura. Uno de esos en los que nos parece imposible volver a
sonreír.
Actividad
1. ¿Cuáles son las personas
que mas amas en el mundo?
2. ¿En alguna ocasión has sentido un dolor, físico o
emocional, que no creíste poder soportar? Describe las sensaciones que tuviste.
3. ¿Qué opinas de la reacción de Antonia?
4. ¿Cuál es la confesión mas importante que has hecho? ¿A
quién?
5.Consulta la encíclica Evangelium Vitae de Juan
Pablo II y organiza un debate para comentar la postura de la iglesia católica
respecto al aborto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario